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lunes, 7 de enero de 2013

San Martin y el dia de reyes de 1817


Mendoza diciembre 1816, todo estaba listo para la gran empresa, y como sucede en estos casos, nervios, incertidumbre sobre el futuro pronto a vivir. La noche nueva fue la pausa para el último encuentro y recogimiento familiar antes de ir a la guerra.
La mesa principal presidida por el General en jefe de Ejército de Los Andes José Francisco de San Martín con su mujer y demás oficiales con sus esposas o novias y la presencia de invitados de la sociedad de mendocina comprometida con la gesta libertadora.
San Martín en el momento del brindis manifestó deseos de que se confeccionara una bandera para su ejército. Inmediatamente las damas presente según relato: Laureana Ferrari (13 años) , "Dolorcita Prats (41), Margarita Corvalán (16), Merceditas Alvarez (16), Remedios Escalada (19) y yo nos comprometimos a proporcionarla gustosas''. Los días fueron pasando recorriendo las tiendas de Mendoza sin que las animosas benefactoras encontraran colores adecuados. San Martín la quería con los colores que Belgrano había creado la Bandera en 1812, y para el día de Reyes.
La tarea de conseguir las telas no fue nada sencilla, pero por suerte en una tienda que no se tenía en cuenta por su pobre apariencia y el tendero sabiendo que andaban buscando, pidió a la mujeres que entraran al local para mostrarle unos retazos de lienzos, la sorpresa de aquellas damas fue ver con sus propios ojos una sarga simple pero lustrosa color cielo como lo había sugerido San Martín, no era seda pero era tan hermosa y su vista inmaculada.
Las damas se reunieron en casa de Margarita Corvalán y después de cambiar ideas acordaron concurrir al día siguiente al Monasterio de la Buena Enseñanza, en la actual calle Córdoba al 366 entre Salta y José F. Moreno, a una cuadra de la que sería más tarde la vivienda del Gral. San Martín (en calle Corrientes) ciudad de Mendoza, y se reunieron con la Madre Priora RM María de las Nieves Godoy a la cual pidieron colaboración para confeccionar la bandera.
Las monjas ofrecieron espontáneamente todo su apoyo a la referida obra. La Madre Priora con el auxilio de la RM María del Carmen del Niño Dios Correas y de la RM Andrea de los Dolores Espínola, profesora de labores y bordados del Colegio, ya tenían preparado desde el mes de septiembre un ensayo como previniendo este momento y en forma de estandarte sobre la manera de confeccionar la bandera. Con las tela adquirida y a las joyas donadas por las reconocidas damas, abanicos de Laureana Ferrari sacaron gran cantidad de lentejuelas de oro, y también de una roseta de diamantes que pertenecía a su madre se sacaron varios de estos, con engarce para adornar el óvalo y el sol del escudo, al que pusieron varias perlas del collar de Remedios.
Después de haber consultado con el general José de San Martín algunos detalles quedó conformada la bandera de la siguiente forma. Las dos fajas se unieron perpendiculares la blanca en la parte superior del asta y la azul al extremo inferior. Una vez unida la tela se dibujó el escudo nacional con sus emblemas. Éste fue ideado por la RM Espínola y fue bordado después con sedas de colores, las manos de color carne, el gorro de rojo, el sol amarillo y los laureles verdes. Se colocaron en los ojos del sol dos topacios y en los rayos pequeños diamantes, lo mismo en gorro frigio y en el aro del óvalo una serie de perlas como también en las ramas del laurel.
Faltaban pocas horas para finalizar el plazo dado por el general San Martín. Pero, allí las entusiasmadas bordaban sin reposo y por fin a las dos de la mañana del día 5 de enero de 1817 estaban arrodilladas ante el crucifijo del oratorio, dando gracias a Dios por haber terminado. Ese mismo día, agotadas por el cansancio de aquella labor y casi sin dormir, las Patricias y religiosas acudieron a la ceremonia, dos testigos presenciales: Gerónimo Espejo y Damián Hudson describieron así: A las 10 de la mañana entraban las tropas en la ciudad. Junto a la iglesia de San Francisco se formó la procesión. Marchaban en pos de la imagen de la Virgen, el general San Martín, de gran uniforme, con su brillante Estado Mayor y lo más granado de la sociedad mendocina. Hubo misa solemne, oficiada por el capellán Güiraldes y tedeum. Se organizó de nuevo la procesión encabezada por el clero. Al asomar la bandera junto con la Virgen, consigna Espejo, los cuerpos presentaron armas y batieron a marcha. El regocijo y la conmoción rebasaron toda medida cuando, al salir la imagen para colocarla en el altar, el general San Martín le puso su bastón de mando en la mano derecha, declarándola así, en la advocación que representaba, patrona del Ejército de los Andes. El Libertador tomó la insignia patria e hizo jurar a todos los soldados. La ceremonia concluyó con la ovación a la bandera y un brillante desfile.
Para concluir, es importante destacar la nota dirigida a la Madre Priora del Monasterio de la Buena Enseñanza RM María de las Nieves Godoy, fechada el día 15 de enero de 1817 y firmada por el general San Martín, en que agradece la intervención de estas monjas en la confección de la bandera.

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