Mendoza
diciembre 1816, todo estaba listo para la gran empresa, y como sucede en estos
casos, nervios, incertidumbre sobre el futuro pronto a vivir. La noche nueva
fue la pausa para el último encuentro y recogimiento familiar antes de ir a la
guerra.
La mesa
principal presidida por el General en jefe de Ejército de Los Andes José
Francisco de San Martín con su mujer y demás oficiales con sus esposas o novias
y la presencia de invitados de la sociedad de mendocina comprometida con la
gesta libertadora.
San Martín
en el momento del brindis manifestó deseos de que se confeccionara una bandera
para su ejército. Inmediatamente las damas presente según relato: Laureana
Ferrari (13 años) , "Dolorcita Prats (41), Margarita Corvalán (16),
Merceditas Alvarez (16), Remedios Escalada (19) y yo nos comprometimos a
proporcionarla gustosas''. Los días fueron pasando recorriendo las tiendas de
Mendoza sin que las animosas benefactoras encontraran colores adecuados. San
Martín la quería con los colores que Belgrano había creado la Bandera en 1812,
y para el día de Reyes.
La tarea de
conseguir las telas no fue nada sencilla, pero por suerte en una tienda que no
se tenía en cuenta por su pobre apariencia y el tendero sabiendo que andaban
buscando, pidió a la mujeres que entraran al local para mostrarle unos retazos
de lienzos, la sorpresa de aquellas damas fue ver con sus propios ojos una
sarga simple pero lustrosa color cielo como lo había sugerido San Martín, no
era seda pero era tan hermosa y su vista inmaculada.
Las damas
se reunieron en casa de Margarita Corvalán y después de cambiar ideas acordaron
concurrir al día siguiente al Monasterio de la Buena Enseñanza, en la actual
calle Córdoba al 366 entre Salta y José F. Moreno, a una cuadra de la que sería
más tarde la vivienda del Gral. San Martín (en calle Corrientes) ciudad de
Mendoza, y se reunieron con la Madre Priora RM María de las Nieves Godoy a la
cual pidieron colaboración para confeccionar la bandera.
Las monjas
ofrecieron espontáneamente todo su apoyo a la referida obra. La Madre Priora
con el auxilio de la RM María del Carmen del Niño Dios Correas y de la RM
Andrea de los Dolores Espínola, profesora de labores y bordados del Colegio, ya
tenían preparado desde el mes de septiembre un ensayo como previniendo este
momento y en forma de estandarte sobre la manera de confeccionar la bandera.
Con las tela adquirida y a las joyas donadas por las reconocidas damas,
abanicos de Laureana Ferrari sacaron gran cantidad de lentejuelas de oro, y
también de una roseta de diamantes que pertenecía a su madre se sacaron varios
de estos, con engarce para adornar el óvalo y el sol del escudo, al que
pusieron varias perlas del collar de Remedios.
Después de
haber consultado con el general José de San Martín algunos detalles quedó
conformada la bandera de la siguiente forma. Las dos fajas se unieron
perpendiculares la blanca en la parte superior del asta y la azul al extremo
inferior. Una vez unida la tela se dibujó el escudo nacional con sus emblemas.
Éste fue ideado por la RM Espínola y fue bordado después con sedas de colores,
las manos de color carne, el gorro de rojo, el sol amarillo y los laureles
verdes. Se colocaron en los ojos del sol dos topacios y en los rayos pequeños
diamantes, lo mismo en gorro frigio y en el aro del óvalo una serie de perlas
como también en las ramas del laurel.
Faltaban
pocas horas para finalizar el plazo dado por el general San Martín. Pero, allí
las entusiasmadas bordaban sin reposo y por fin a las dos de la mañana del día
5 de enero de 1817 estaban arrodilladas ante el crucifijo del oratorio, dando
gracias a Dios por haber terminado. Ese mismo día, agotadas por el cansancio de
aquella labor y casi sin dormir, las Patricias y religiosas acudieron a la
ceremonia, dos testigos presenciales: Gerónimo Espejo y Damián Hudson
describieron así: A las 10 de la mañana entraban las tropas en la ciudad. Junto
a la iglesia de San Francisco se formó la procesión. Marchaban en pos de la
imagen de la Virgen, el general San Martín, de gran uniforme, con su brillante
Estado Mayor y lo más granado de la sociedad mendocina. Hubo misa solemne,
oficiada por el capellán Güiraldes y tedeum. Se organizó de nuevo la procesión
encabezada por el clero. Al asomar la bandera junto con la Virgen, consigna
Espejo, los cuerpos presentaron armas y batieron a marcha. El regocijo y la
conmoción rebasaron toda medida cuando, al salir la imagen para colocarla en el
altar, el general San Martín le puso su bastón de mando en la mano derecha,
declarándola así, en la advocación que representaba, patrona del Ejército de
los Andes. El Libertador tomó la insignia patria e hizo jurar a todos los
soldados. La ceremonia concluyó con la ovación a la bandera y un brillante
desfile.
Para
concluir, es importante destacar la nota dirigida a la Madre Priora del
Monasterio de la Buena Enseñanza RM María de las Nieves Godoy, fechada el día
15 de enero de 1817 y firmada por el general San Martín, en que agradece la
intervención de estas monjas en la confección de la bandera.
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